Tipos de fumadores.

 Según la OMS (2006) el tipo de consumo está asociado con el número de cigarrillos consumidos al día, así que se ha desarrollado una estrategia para evaluar el nivel de consumo usando como factor principal la frecuencia diaria de consumo, sin tener en cuenta otros aspectos clave como la intensidad de la ingesta y los problemas asociados al consumo. Así los fumadores se clasifican en leves, moderados y severos en la siguiente escala:

  • Fumador leve: consume menos de 5 cigarrillos diarios.

  • Fumador moderado: fuma un promedio de 6 a 15 cigarrillos diarios.

  • Fumador severo: fuma más de 16 cigarrillos por día en promedio.

Existe otro tipo de fumadores que no encajan en esta clasificación ya que tienen un nivel de consumo bajo pero constante, denominados Chipping o fumadores light. 

En esta línea, se ha clasificado a los fumadores de acuerdo con el nivel de dependencia a la nicotina, a través de la Escala Fagerström (Becoña, 2003) que diferencia a los fumadores blandos que no tienen niveles altos de consumo, de los fumadores duros que presentan uso compulsivo del tabaco (Becoña & Lorenzo, 2004); esta escala considera a la nicotina como el principal factor reforzante del consumo tabáquico, restándole importancia a factores psicológicos y sociales asociados al proceso de adicción al tabaco. En la misma línea se encuentra la Escala del Síndrome de Dependencia de la Nicotina (NDSS) elaborada por Becoña, Fernández, López y Míguez (2009) usada para identificar dependencia a la sustancia en personas que buscan ayuda para dejar de fumar; pero sin duda aún personas que fuman a diario pueden no presentar síntomas de abstinencia ante la reducción o abandono del consumo (Campo, 2005) e incluso no haber experimentado problemas de salud asociados al consumo.


La función pulmonar en los fumadores leves disminuye a un ritmo mucho más cercano al de los fumadores empedernidos que los no fumadores.                                                                 
Eso significa que un fumador leve podría perder aproximadamente la misma cantidad de función pulmonar en un año que un fumador empedernido podría perder en nueve                  meses. Fumar unos pocos cigarrillos al día es mucho más arriesgado de lo que mucha gente piensa, se debería alentar a todos a dejar de fumar, sin importar cuántos cigarrillos por día      estén usando.                                                                                                                                Además, la tasa de disminución de la capacidad pulmonar se normaliza a los pocos              años de dejar de fumar.                                                                                                              Un estudio muestra que, aunque la capacidad pulmonar disminuye a una tasa mucho menor en los ex-fumadores que los fumadores actuales, la tasa no se normaliza (alcanza cero)        durante al menos 30 años.                                                                                                        

Fumadores Pasivos y Activos                                                                                                         
El tema del tabaquismo pasivo y la salud tiene una historia mucho más breve. Algunos de los primeros estudios epidemiológicos sobre la salud y el humo indirecto o humo del tabaco del ambiente (HTA) salieron a la luz al final de la década de los sesenta (Cameron, 1967; Cameron et al., 1969; Colley and Holland, 1967). Antes de eso, se informaron casos dispersos, los nazis emprendieron una campaña en contra de fumar en público, y un médico alemán, Fritz Lickint, empleó el término tabaquismo pasivo en un libro de 1939 acerca del hábito del tabaco (véase Proctor, 1995). En los años sesenta, las investigaciones iniciales se centraron en el tabaquismo de los padres y en enfermedades de vías respiratorias bajas en infantes; de inmediato se emprendieron estudios de la función pulmonar y de los síntomas respiratorios en niños.
Un conjunto de evidencias ahora sustanciales ha continuado identificando enfermedades nuevas y otros efectos adversos del tabaquismo pasivo, incluso el riesgo creciente de la enfermedad coronaria.
Tanto los fumadores activos como los pasivos absorben componentes del humo del tabaco a través de las vías respiratorias y los alvéolos, y muchos de estos componentes, como el monóxido de carbono, entran después en la circulación y se distribuyen en general. Algunos de los cancerígenos se someten a una transformación metabólica en sus formas activas, y cierta evidencia indica ahora que los genes que determinan el metabolismo tal vez afecten la susceptibilidad al humo del tabaco.
Si bien el consumo de cigarros provoca muchas de las principales enfermedades crónicas, y los fumadores han reducido su esperanza de vida en comparación con los no fumadores, el tabaquismo activo se ha asociado con el riesgo reducido para ciertas enfermedades y condiciones Estas diversas asociaciones incluyen la enfermedad de Parkison, carcinoma endometrial, colitis ulcerosa y alveolitis alérgica extrínseca. También hay evidencia que sugiere una asociación inversa para la enfermedad de Alzheimer. Si bien estas asociaciones inversas son de pequeñas consecuencias para la salud pública, señalan oportunidades para explorar la patogénesis de la enfermedad y buscar procedimientos terapeúticos. La nicotina se ha examinado como una terapia para la colitis ulcerosa, y se han tomado en cuenta los efectos antiestrogénicos de fumar, como la explicación probable para el riesgo reducido del carcinoma endometrial.
 El tabaquismo es una causa mayor de pérdidas de vida en las personas de mediana edad. Las numerosas evidencias científicas respecto del tabaquismo como causa de enfermedad y sus enormes impactos adversos en la salud pública mundial conforman razones suficientes para dar una alta prioridad, y los recursos necesarios, a los programas de control de consumo del tabaco.




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